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Reflexiones sobre Ucrania y el costo de ser un peón n el tablero geopolítico

    

DavidNoticias.cl

La tragedia de Ucrania no es solo una historia de guerra y destrucción; es un recordatorio crudo de lo que ocurre cuando un país se convierte en un peón en el juego de poder de las grandes potencias. La situación actual, con una economía en ruinas, una infraestructura devastada y una generación perdida, nos obliga a reflexionar sobre las consecuencias de las decisiones tomadas no solo por los líderes ucranianos, sino también por aquellos que, desde fuera, manipularon los hilos del conflicto. (Foto RTVE.es)

Desde 2014, Ucrania ha sido un campo de batalla no solo militar, sino también político. La injerencia de Estados Unidos en el derrocamiento del gobierno de Viktor Yanukovych, el apoyo a milicias nacionalistas y la obstrucción de los esfuerzos de paz han dejado claro que, para algunas potencias, Ucrania no era más que un instrumento en su lucha por contener a Rusia. La promesa de integración en la OTAN, el suministro de armas y la insistencia en romper acuerdos con Moscú fueron acciones que, lejos de garantizar la estabilidad, alimentaron el conflicto.

El papel de Estados Unidos y la OTAN en este drama no puede ser ignorado. Bloquear acuerdos de paz, presionar para ofensivas militares desastrosas y fallar en el suministro de recursos necesarios para la defensa ucraniana son acciones que revelan un cinismo profundo. La vida de miles de personas se convirtió en moneda de cambio en un juego geopolítico que, al final, ha dejado a Ucrania en una posición de debilidad insostenible.

Y ahora, con la elección de Trump, el giro es aún más desolador. El abandono de Ucrania, las exigencias de reparaciones y las negociaciones secretas con Rusia excluyendo a los propios ucranianos son actos que reflejan una falta de respeto hacia un país que ha sacrificado tanto. La narrativa de culpar a Ucrania por la guerra, cuando fueron las potencias occidentales las que sabotearon repetidamente los esfuerzos de paz, es una ignominia que no puede ser pasada por alto.

La lección aquí es clara: cuando un país se deja arrastrar por las promesas de poderes externos, corre el riesgo de convertirse en un instrumento desechable. Ucrania ha pagado un precio altísimo por confiar en que sus aliados velarían por sus intereses. En cambio, ha sido abandonada en el momento más crítico, dejando a su pueblo a merced de una realidad devastadora.

Esta no es solo una historia sobre Ucrania; es una advertencia para todos aquellos que creen que las alianzas con potencias lejanas garantizarán su seguridad. La verdad es que, en el juego de la geopolítica, los intereses propios siempre prevalecen. Y cuando el juego termina, son los más vulnerables quienes pagan el precio más alto.

Que esta tragedia sirva como un llamado a la prudencia y a la autonomía. Ningún país debería ser un peón en el tablero de otros. La soberanía y la paz no se negocian; se construyen desde dentro, con decisiones que prioricen el bienestar de la población por encima de los intereses de quienes solo buscan su propio beneficio.

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